UNA MIRADA A LA ESTRUCTURA DE FORMACIÓN PROFESIONAL DEL
EDUCADOR VENEZOLANO.
Prof. Oxio Ramos
Un
educador tiene pautada en su hoja historial de vida, la labor más noble que
Dios, el creador del universo y de todo lo que existe le ha encomendado; la
actividad docente dentro del proceso laboral humano es una de las profesiones
muy importantes, debido a que, del educador depende el futuro desarrollo intelectual de los hombres y mujeres de la
sociedad.
Los docentes no solo son transmisores de
conocimientos, sino que su formación académica, sus aptitudes personales e
interactuación social los convierten en un ejemplo a seguir, un modelo, un
guía, una especie de antorcha que comienza a iluminar el inicio del transitar
por el conocimiento de sus semejantes.
Por ello radica la importancia de compartir
ciertos caracteres sobre cómo debe estar estructurado su perfil profesional,
indagar y dar opiniones como debe ser un educador, tomando en cuenta los siguientes
aspectos: formación académica, organización
actitudinal, desarrollo psicosocial así como aquellos otros factores que nutren
su potencial pedagógico humanista social.
Desde el contexto mundial, a raíz del
inicio del nuevo milenio se ha vertido inquietud sobre el proceso de formación
de los nuevos educadores en las diferentes especialidades que contemplan los
currículos de los distintos países latinos americanos y caribeños, para lo cual
se han fundamentado variados métodos de investigación que permitan conocer la
realidad del desarrollo y consolidación de la educación dedicada a formar a los
profesionales de la pedagogía.
Dichas investigaciones han reportado que
aún se mantienen planes limitatorios en lo que respecta a la preparación de los
educadores por un conjunto de circunstancias como son la variedad de enfoques
teóricos, la desvinculación existente entre lo que se enseña y lo que se lleva
a la práctica, la recurrencia de métodos
de enseñanza tradicionalistas que producen la disminución de la calidad en la preparación
profesional de los educadores.
Estas reveladoras cifras, indican que en
el contexto educativo latino americano existen algunos factores que están
presentes en los modelos educativos a través de los cuales se forman los
educadores y que varían de un sitio a otro, de una universidad a otra, así sea
en un mismo país.
En este sentido se estima que la
variación curricular, la orientación que facilitan los profesores encargados de
las diferentes cátedras que conforman los componentes educativos de formación
tanto general como en lo referido al campo de la pedagógica necesita revisarse,
actualizarse y hacérsele un exhaustivo seguimiento, con el propósito de
potenciar esta loable labor; cuyo accionar logre concebir los nuevos
profesionales de la educación.
Desde una visión prospectiva de este
argumento se observa en la formación de los profesionales que se encargaran de
la educación pre escolar y primaria en Venezuela; que las personas que egresan
e ingresan al campo de la docencia, en algunos casos tienen muy poco dominio
del conocimiento de las particularidades psicofisiológicas, motrices y
psicológicas de los niños de estos niveles educativos, situación que conduce a
pensar que estos profesionales tienen también que desarrollar dentro su ámbito
socio educativo estrategias, técnicas y métodos para abordar procedimientos de
trabajo con todos los escolares y así mismo proceder con la atención educativa
de los colegiales con necesidades educativas especiales, discapacidades y
dificultades de aprendizaje.
Al analizar este punto, se entiende que existe
una baja en la consolidación del perfil de formación y de egreso de los
profesionales de la docencia tanto de la educación integral como del resto de
las otras especialidades.
En este sentido, la formación de estos
profesionales de la educación de los niveles de pre escolar y primaria integral,
tienen un papel preponderante debido a que durante su práctica pedagógica deben
desenvolverse adecuadamente desarrollando muy eficazmente la concepción de las
teorías educativas que son vitales en el trabajo pedagógico que se lleva a cabo
en las diferentes aulas.
Igualmente en lo que corresponde a la
formación de los profesores y del resto
de las especialidades como: Lengua y literatura, Ciencias biológicas, Química,
Matemática, Física, Geografía e Historia entre otras, ameritan de una revisión
curricular así como de los métodos y estrategias empleadas para transmitírsela
a los estudiantes de la educación básica media.
Reviste primordial importancia el proceso
de redimensión de estas asignaturas, debido a que son la base de formación de
origen integral de los nuevos hombres y mujeres que se iniciaran en las
diferentes ramas del saber, esto necesita principalmente de procesos
motivacionales didácticos que consoliden el aprendizaje de todas las
asignaturas, evitando de esta manera las constantes repetición de año lectivo, así como deserción escolar. Logrando de esta forma
nutrir el proceso didáctico donde la aprehensión de los diferentes contenidos
de todas las áreas académicas sea dinámica, armoniosa y de calidad.
Conforme a los juicios emitidos
anteriormente, es meritorio señalar que el proceso de formación de los maestros
y maestras se ha convertido en un tema de análisis por parte de organismos
internacionales como es el aporte que hace la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) en 1990, a través de la Conferencia Mundial “Educación para
todos”, la cual se centró en recomendar; la formación de maestros polivalentes
con el propósito de lograr una articulación definida entre la educación formal
y la no formal.
Así mismo, ejercieron énfasis, en que se
consolide una vinculación más estrecha de la formación inicial de los
educadores a través de un proceso de formación permanente, donde se fortalezca
su mejoramiento profesional y su constante actualización académica.
Tal como puede
apreciarse en el plano internacional se le confirió una formidable importancia
a la precisión estructurada de los diseños curriculares de formación para las y
los educadores, donde se establezca como norma: qué deben saber y que deben saber
hacer para la apropiada realización de su futuro desenvolvimiento profesional.
En tal sentido, el perfil
profesional de los educadores necesita de un profundo análisis circunstancial
permanente, con el fin de adjudicarle nuevas metodologías que propicien el
cambio innovador en la tarea de formar nuevos educadores que irán a favorecer
el proceso de aprendizaje de un gran número de estudiantes en sus recintos
educativos, esto conduce a razonar que el modelo de formación de los profesores
debe asumir la importancia de la educación destinada a la primera infancia,
dando paso para que se desarrolle la confección de un diseño curricular
adaptado a la necesidad de los estudiantes en su contexto educativo, el mismo
tendrá pertinencia en cuanto a los avances científicos que se den para el
momento.
Otro aspecto a considerar en la
construcción del perfil del educador es el referido a las características
psicológicas del profesional de una determinada especialidad pedagógica, estas
particularidades se constituirán en objeto de análisis para profundizar en lo
que concierne a las cualidades intrínsecas individuales de la personalidad del pedagogo.
Este enfoque dará inicio al
conocimiento, manejo y valoración de cualidades y características personales
con el propósito de indagar la capacidad del sujeto para desempeñarse como profesor,
cabe destacar que los procesos psicológicos y estados emocionales de la persona
están siempre en concordancia con lo que este realiza; por ello, se vislumbra
enfocar algunas conductas de la persona como: estados de ánimo, introversión,
extroversión, sentimientos de amor, cariño, comprensión, ansiedad, procesos
depresivos, sociabilidad, paciencia entre otros.
Conforme a esto, se cree
pertinente que un futuro educador tenga un equilibrio psicológico moderado
debido a que el proceso de enseñar, amerita de una nutrida gama de rasgos
actitudinales del facilitador del aprendizaje; pues estos factores conducirán a
lograr la afectividad y la efectividad en la
interacción estudiante docente.
En consecuencia, el factor edad toma fuerza muy significativa en la
adquisición del aprendizaje, los niños en edad temprana son vulnerables,
sensibles a los entes externos que actúan sobre o en ellos, de allí que las
particularidades de la personalidad de los maestros tienen una importancia muy
significativa por lo que se expresa lo siguiente:
“El niño de cero a seis años requiere de un adulto comprensivo y afectuoso,
capaz de identificarse con él y de proporcionarle de la manera más paciente y
cuidadosa todo aquello que ha de integrar su educación y la posibilidad de
alcanzar el máximo desarrollo de sus potencialidades” (Documento en línea).
En este sentido, se considera
importante el conocimiento de los niveles de desarrollo cognitivo, el
desarrollo afectivo social pues son estos los que van a precisar el conocer de
forma adecuada las conductas sociales y
psicológicas de los niños, adolescentes y jóvenes en edad escolar.
Desde aquí radica la importancia
también de conocer los aspectos psicológicos de los que ingresan a cursar
estudios de pedagogía.
Desde esta concepción, es
significativo mencionar lo expuesto por la Organización de las Naciones Unidas
a través de la (UNESCO, 1996) en lo relacionado con los cuatro pilares
fundamentales del conocimiento que se fundamentan hacia la formación integral
netamente humana donde reúna aspectos personales, afectivos, actitudinales y
habilidades en relación a los demás.
Dichos pilares se enumeran así:
aprender a hacer, aprender a ser, aprender a conocer, aprender a convivir, los
mismos están en equilibrio con los diversos roles y competencias de los
docentes en la cotidianidad del desarrollo pedagógico.
En este mismo enfoque se
considera que el docente debe adquirir los conocimientos, destrezas, y
habilidades en el plano personal laboral; debe construirse un perfil para
desenvolverse eficientemente y pueda fortalecer el objetivo de facilitar el
aprendizaje que forme integralmente a un estudiante.
Siguiendo el mismo orden de
ideas, se tiene que universalmente la educación ha tenido una evolución histórica
eficaz y es razonada como el medio más apto por el cual se transmiten valores,
se preserva la identidad de los pueblos junto a su cultura, se nutre la
ciudadanía, permite difundir los conocimientos relevantes, así como también
conduce hacia la difusión y multiplicación de las capacidades productivas; esto
precisa que la formación de un educador debe estar contextualizada con sus
vivencias y las vivencias del estudiante en su contexto socio educativo, así
también con la realidad del medio social, el momento histórico presente entre
otros.
En cuanto a las diferentes
concepciones teóricas que postulan la reevaluación y actualización del currículo
se promueven diversas corriente filosóficas que unifican criterios para apuntar
que se debe llevar la pertinencia curricular a una innovación permanente pues
esta busca ir corrigiendo aquellos objetivos que no tuvieron relevancia dentro
del proceso de formación del profesional de la docencia, ello contribuirá a
crear un perfil acorde para el mejor desenvolvimiento de los maestros y
maestras.
A partir de los señalamientos
anteriores, es oportuno reconocer que el perfil es la representación de un modelo
de actuación y de acción pedagógica que se fundamenta en diferentes teorías
educativas y psicológicas, que dan como resultado un profesional a carta cabal;
en cuanto a esto el profesional de
educación es un modelo y tiene encaminado desenvolverse a través de sus
conocimientos, virtudes, habilidades y destrezas.
Conforme a esta jerarquización
que indica aspectos que debe contener el perfil del docente, Fernández E, señala “que el modelo del profesional es un
patrón que debe modelar todas las actividades inherentes a la formación de un
determinado especialista” (Fernández, 1989, pág. 78).
En consecuencia, los defensores de algunas
teorías de formación, capacitación y adiestramiento consideran que la creación
y fortalecimiento de capacidades
cognitivas, las habilidades y destrezas tanto académicas como practicas y/o empíricas
son fundamentales en el proceso de formación del estudiante, lo que forjara su
futuro desenvolvimiento profesional.
Ello enfatiza que el perfil del profesional
debe estructurarse con meticulosidad siempre proyectándose a las características
del contexto social comunitario futuro donde ejercerá su profesión.
En atención a estas propuestas, se
reflexiona que se requiere un profesional que constantemente nutra su función y
acción pedagógica dentro de las contextualizaciones necesarias que posibiliten
un afable encuentro con los conocimientos tanto académicos como aquellos que se
derivan de la vida cotidiana, experiencias vivenciales, experimentales que
fomentan su acervo académico como el práctico empírico que presentaran a un
profesional de la docencia con capacidades de enseñanza óptimas.
En este sentido, con las posibilidades que
se derivan del rol social del profesional, quedan establecidas las condiciones para que
pueda realizar el libre ejercicio de la profesión. Ante esto se toma como válida la siguiente
aportación.
“Se considera que el educador es aquel que
posee un determinado saber, y que “en cualquier terreno es un ser excepcional
por su cultura, su sabiduría, su habilidad”. (Beillerot 1995, Pág. 47)
En referencia a esta apreciación se tiene
que la cultura, la sabiduría, las habilidades, deben ser el modelo reflejo de
la actividad que de alguna manera exprese las múltiples dimensiones de la vida
social del docente, como valiosa fuente del saber.
Esas habilidades para organizar y ejecutar el proceso
educativo, la destreza para evaluar y autoevaluarse así como también someterse
él mismo a la evaluación externa, también las capacidades y cualidades que le
permitan ser y sentirse el máximo responsable de la calidad de los servicios
del aprendizaje brindado a todos los educandos.
Desde esta perspectiva se
fundamenta un valioso criterio que es muy importante en el proceso de enseñanza
y aprendizaje el cual es lograr despertar en los estudiantes el significado e
importancia que para ellos tiene el aprender, como lo tiene para el maestro el
enseñar; este constructo que va a producir conexión reflexiva de la enseñanza y
el aprendizaje entre ambos.
En
esta prospectiva, atendiendo a las concepciones psicológicas del aprendizaje
basado en las teorías constructivista, vigotskyana y el aprendizaje significativo de Ausubel, se encuentra que el perfil del docente está
orientado y combinado a muchos elementos que le permiten acentuar su labor por
la trascendencia de su ejercicio docente reflejado en la situación de los seres
que enseña cada día en la sociedad. Cabe destacar el aporte de éstos a la toma de decisiones que mejoren la
calidad de vida, la de sus congéneres.
En conformidad con esto, es posible hacer
referencia al punto de las competencias cognitivas sociales e intrapersonales. Las
competencias cognitivas que requiere el docente en formación deben estar
consustanciadas con el manejo eficiente de los elementos que actúan en el
proceso de enseñar, tales elementos son caracterizados
de la siguiente manera “necesita el conocimiento del contenido y la comprensión
de la estructura de las disciplinas de su especialidad; requiere también, el
conocimiento pedagógico del contenido, incluyendo el dominio de los medios para
su enseñanza, los programas educativos, los textos y materiales disponibles,
así como contenidos de otras áreas para relacionarlos e integrarlos de modo
adecuado” (Galvis, 2007, pág. 57).
En la actualidad el docente en formación debe tener el conocimiento preciso
que le facilite su integración en proyectos de aprendizaje que le permitan desempeño
efectivo, e igualmente manifestar un comportamiento que la gente espera de su
actuación.
Conforme a esto se presentan las
apreciaciones de Marín V, Pérez Godoy, Canelones Briceño y otros, descritas en su trabajo de grado: (Perfil del
Docente en el Marco de la Educación Venezolana Retos y Compromisos, 2013), con
respecto al análisis del perfil del docente que se necesita en el sistema
educativo venezolano. “El perfil del docente que se necesita en Venezuela para
atender las debilidades existentes en las organizaciones educativas es cada día
más exigente. Tal como plantea (Pachano,
2005, pág. 33) “en el docente están puestas las esperanzas para superar la
crisis social que implica la crisis de valores, en el proceso educativo y por
ende en el papel que el docente pueda desempeñar”.
Esto indica que es imprescindible unir los
esfuerzos necesarios para desarrollar todo lo concerniente a la formación
integral de los nuevos docentes, debido a que estos van a sumergirse dentro del
contexto social de la comunidad y es allí donde va demostrar capacidades,
habilidades y destrezas muy eficazmente, teniendo en ese entorno a quienes
aprueben su labor educativa.
Desde las conceptualizaciones planteadas,
es significativo formular que la formación del educador va creando en él
habilidades, destrezas, conocimientos, métodos y estrategias que van a erigir
su perfil profesional, queda de la persona lograr la aprehensión de ese
compendio de conocimientos e irlos incorporando en su acción actitudinal para
potenciar sus razonamientos, sus actos de vida en el contexto educativo; de
esto va a partir la comprensión del
concepto de hombre educado.
Conforme a esto, toda la información que
se dé durante todo el proceso de
formación del educador va a crear un conjunto de características que lo van
acompañar durante el desempeño de su carrera, aquí se enumeran algunas.
-El
maestro debe ser un ejemplo a seguir
-El
maestro debe propiciar un clima afectivo en los educandos
-el
maestro debe permitir la libertad donde los estudiantes se conviertan en
investigadores, exploren y manipulen los objetos con los que interactúa.
-Un
maestro tiene que ser una persona sensible, con empatía y asertividad en la
labor que ejecuta.
-Un
maestro debe tener estrategias intrapersonales que le permitan influir
confianza en sus estudiantes.
-El
maestro debe abrirse a la comunidad, asumir su labor como un servicio social,
ético, didáctico y filantrópico.
-Un
maestro debe lograr fortalecer el equilibrio de las relaciones sociales entre
sus estudiantes donde impere la solidaridad, la amistad y la tolerancia.
-Un
maestro debe tener la capacidad para el diálogo, la motivación para desarrollar
excelentes relaciones interpersonales con sus colegas.
Al analizar los ítems antepuestos, se
encuentra que el perfil del docente debe estar enlazado, consustanciado con las
competencias sociales, las cuales tienen en su estructura aquellas competencias
de la interacción social que dan origen a la singularidad de procesos sociales,
afectivos, éticos, estéticos, comunicativos, convivenciales y la cooperación,
estos tienen una fundamentación en la teoría humanista social que proyecta al
hombre como un ente transformador y constructor de su propio destino en armonía
con el contexto ambiental ecológico.
Otro aspecto que fomenta este enfoque es
el de las competencias sociales, que conducen al hombre a desarrollar la labor
de asociarse en comunidad, negociar, emprender y consolidar proyectos, asumir
el rol de liderazgo en la comunidad, el fin último de esta corriente es
pedagógica humanista donde se le proporciona
al hombre las herramientas necesarias con las que logre potenciar su cultura
académica tanto social formal como no
formal.
Dentro de este conjunto de premisas que se
han venido expresando con respecto al perfil del docente, se comprende que las competencias sociales
desarrolladas por el estudiante de pedagogía, deben irse fundamentando con el
fin de que se materialicen en la adquisición de conocimientos que le ayuden a
proyectar el proceso de aprendizaje de manera colectiva; donde logre atender
las necesidades e intereses de los educandos con el uso metódico de
herramientas pedagógicas que integren al estudiante, a la familia y el entorno
comunitario en el minucioso proceso de construcción del conocimiento desde el
contexto donde se desenvuelven, incluyendo los pilares: ser, saber, hacer, y convivir.
En atención a esto, en Venezuela el
sistema educativo venezolano exige que estos pilares se conviertan en un eje
fundamental en la formación educativa arraigado al paradigma de un proceso
educativo como continuo humano, por lo que se prevé procurar una atención
educativa integral que se desarrollará atendiendo las individualidades y las
necesidades de los educandos.
Otro aspecto al que hay que atender, es la
fundamentación legal y los principios filosóficos que acompaña al proceso de
enseñanza y aprendizaje, teniendo presente que este conjunto orgánico está
fundado en la función pedagógica del maestro y esa función parte de una
política de estado que le pide al docente conocer la realidad del estudiantado,
trabajar en función de garantizar sus derechos así como también conocer
estrategias que le permitan la asimilación del aprendizaje por parte de los
estudiantes. Esto indica que el educador en formación debe ir fortaleciendo su
didáctica mediante la investigación permanente.
Prosiguiendo la continuidad de este tema,
es vital hacer referencia sobre un conjunto de indicadores que señalan como
debe ser un profesional de la docencia, tomando en consideración los siguientes
aspectos: lo académico, lo actitudinal y lo social.
Un aspecto importante que debe estar
reflexionado, repensado, y estructurado en la personalidad del maestro es su
componente Académico; este componente está referido a la manera como el
educador desarrolla sus habilidades para lograr la mediación entre el
aprendizaje y los estudiantes.
Por ello el profesor debe ser: Innovador,
esto implica desarrollar el proceso creativo que le permita trabajar con
materiales educativos donde la eficiente práctica favorezca la adecuada
aprehensión de los temas o contenidos, logrando también fortalecer las
capacidades mentales y físicas de los educandos, la innovación en educación
estimula el interés de los estudiantes debido a que constantemente están junto
a sus maestros, creando y construyendo.
Es necesario también que el docente se
transforme en: Líder, factor que lo conducirá a dirigir, ordenar, organizar,
atender y orientar mediante procesos de interactuación de forma adecuada que
produzcan frutos de justicia en el medio escolar.
Cabe destacar, que el profesor de las
diferentes modalidades, de los diferentes niveles del sistema educativo debe
ser: Dinámico, proyectar la clase de forma amena, llamativa, estimuladora
siempre desarrollando juegos y dinámicas de grupo; estás acciones activarán la ejecución del trabajo
educativo y motivaran a los estudiantes a aprender de forma amena.
Otra característica que implica la función del docente es la de:
Formador, un profesor debe guiar constantemente, orientar en los momentos
anteriores y posteriores al surgimientos de problemas, así mismo el factor
docente formador, exige que un maestro
debe enseñar valores con su ejemplo de vida, transmitiéndola a las personas que
educa, esto capacitará a los estudiantes para que respondan a las situaciones
que se originan en la sociedad donde hace vida.
Un profesional de la pedagogía debe ser y
estar: Informado, por lo que se requiere que conozca y maneje claramente los
contenidos de su área y nivel, lo que le ayudará a la aplicación de estrategias
y técnicas donde los educandos mejoren el aprendizaje ético, conceptual,
teórico y práctico.
Se precisa, que el docente debe ser:
Actualizado, tiene en su desarrollo profesional la labor de buscar, adquirir y
comparar información de lo que conoce y de lo que se va originando en el día a día,
para así poseer las destrezas que le permitan preparar las clases apropiadas a
las necesidades de los estudiantes y adaptadas al desarrollo de la ciencia y la
tecnología.
De la misma manera, un docente debe ser:
Investigador, manifestar sus capacidades
científicas que lo dirijan a realizar procesos de curiosidad, desarrollo de la
capacidad de asombro, desarrollar métodos y técnicas de observación, análisis, así
también técnicas de evaluación. Este es
un aspecto intrapersonal del educador que al ponerlo en marcha lo lleva a
exponer su pensamiento de forma coherente y a ser entendido por los demás.
Visto lo anterior, de igual manera se
expresan algunas cualidades Actitudinales que un educador debe amalgamar y
desarrollar eficientemente.
El profesional de la educación debe ser:
Proactivo; manifestar iniciativa en la realización de su clase, en el
desarrollo de su trabajo y en sus funciones como profesional formador de las
nuevas generaciones, en este sentido tiene gran importancia su independencia y
autonomía como persona preparada para impartir educación.
Debe ser: Responsable, entregar a tiempo
sus planificaciones, proyectos de aprendizaje, evaluaciones, estadísticas,
información personal de él y de sus educandos, justificar sus inasistencias al
trabajo, solicitar con anterioridad permiso para cumplir otras actividades fuera de su
sitio de trabajo.
Otra característica actitudinal del
educador, es: La Puntualidad, llegar a la hora establecida a su centro de
trabajo, hacer acto de presencia en las reuniones ordinarias y extra ordinarias
convocadas por el jefe inmediato, director, subdirector, coordinador docente
entre otros, siendo puntual para el momento y respetando la llegada de los
demás.
Así mismo, el profesional de la docencia
debe ser: Respetuoso, saludar al llegar a la institución y al despedirse, respetar
otras ideas, contribuir en la creación de un buen clima institucional, constituyendo la reciprocidad afectiva,
comprensiva y de valoración con sus pares así también con la escuela.
También resulta imprescindible que el
profesor tiene que ser: Organizado, la ejecución de sus actividades lectivas
deben estar pautadas con relación al tiempo, al espacio con el propósito que no afecten su desempeño
laboral; este profesional debe planificar las sesiones de clases con tiempo,
estimar los recursos necesarios para desarrollar la misma, no debe caer en la
improvisación.
En atención a los requerimientos señalados
se hace referencia también a las cualidades Sociales que debe manifestar el
educador, las cuales se describen de la manera siguiente:
La característica de ser: Sociable,
conduce al educador a integrarse expeditamente a cualquier grupo de trabajo, ha
actividades de compartir con sus compañeros, dentro de la fluidez de relaciones
amistosas, manifestando cordura, educación y capacidad para relacionarse
armoniosamente en un clima de camaradería.
Se reflexiona también sobre el docente:
Participativo, este debe estar inmerso en todas las actividades que se
planifican y desarrollan en su centro de trabajo, debe tener la habilidad para
dar ideas, mediante las mismas fortalecer el trabajo en equipo. Su adecuada e
ininterrumpida participación lo hace sentirse identificado con la institución
educativa, ayudando a consolidar la buena imagen de la misma.
Del mismo modo se establece el ser:
Comunicativo, el docente que conversa con sus colegas está demostrando la
capacidad de expresar sus ideas, pensamientos y virtudes. También se destaca
que cuando el docente comunica a sus superiores cualquier idea para buscar
alternativas ante alguna vicisitud
manifiesta su compenetración con
su sitio de trabajo, así mismo mediante la comunicación constante se está
potenciando una de las relaciones humanas más importantes.
Debe ser: Solidario, el educador mostrará
una actitud de apoyo frente a todas las situaciones que abruman a sus
compañeros; de igual manera el valor de solidaridad se manifiesta en el
educador al orientar a sus compañeros
cuando en su praxis educativa presentan dudas o desconocen algún detalle
técnico, por si fuera poco se es solidario cuando se comparte con los
compañeros de trabajo materiales pedagógicos, recursos educativos, técnicas y
estrategias que los ayuden a mejorar su práctica pedagógica.
De igual modo un docente debe ser: Atento
y Agradecido, esto implica que cuando se recibe una orientación se debe dar las
gracias, cuando un compañero participa como promotor de una actividad, cuando
realiza una intervención en actividades centrales el mejor mérito de
agradecimiento que equivale es la felicitación. Allí se le está reconociendo y
agradeciendo su disposición para salir adelante a representar el cuerpo docente
y a la institución educativa.
En consideración a estas premisas se
estima el rol de entrega, la habilidad para enseñar en una cualidad, el docente
debe ser: Trabajador, en este sentido reconocerá el trabajo como un quehacer
que actúa en el fortalecimiento de su desarrollo y realización personal;
sentirse útil mientras unifica esfuerzos para dar lo mejor, sembrando en su
personalidad rasgos actitudinales que lo conducen a ser eficiente y exigente consigo mismo.
Siempre estará dispuesto a brindar sus servicios profesionales a cabalidad sin
evadir esfuerzos.
En concordancia con todo lo tratado hasta
ahora, se considera que los educadores son el motor que impulsa el tránsito
hacia mejorar la cultura intelectual e identidad de los pueblos y por consiguiente
se manifiestan muchas inquietudes en cuanto al trabajo educativo como labor
social, teniendo que el proceso de formación de los educadores arraiga demasiada importancia en el actual
mundo convulsivo.
Por esto se precisa que la educación avanza
cada día, por lo que se vale de una
persona moral y científicamente formada para orientar en lo relativo a la
cultura y al conocimiento es por esta razón que la labor de los educadores se
fundamenta en marcos legales que le dan legitimidad, así también las corrientes
axiológicas que le confieren rango a los valores que como norma de vida tienen
cimiento en el intelecto y potencian el desarrollo de las sociedades.
Por otra parte el accionar docente recoge
los paradigmas de aprendizaje social, y últimamente las corrientes psicológicas
positivistas que le confieren a la educación el don de ente que proyecta el
bienestar físico motor, psicológico e intelectual del ser humano, en
consecuencia para que esto de los frutos esperados es importante contar con
educadores dignamente formados.
Los
docentes son muy importantes a la hora de hacer los diferentes cambios en la
sociedad por se toma en consideración el
postulado de Tegiri y Diker 1999, cuando enuncian las siguientes preguntas ¿Cómo transformar la escuela moderna
concebida hace trescientos años, en una institución que responda a las
necesidades de un mundo globalizado, de una cultura más mediática, de unos
niños que sobre muchas cosas saben más que nosotros, ¿Cómo confiar en el sentido de lo que
enseñamos si las certezas científicas y la confianza ilustrada en el progreso
indefinido del conocimiento están profundamente cuestionadas?
Conforme a estas interrogantes valdría la
pena responder que solo formando a maestros polivalentes, conocedores de su
función docente, con vocación de servicio, comprometidos con su papel de
liberadores culturales se le puede hacer
frente a todos los andamiajes transculturizadores que tratan de sentar sus fundamentos
en la nueva sociedad.
De
conformidad con las apreciaciones descritas, se estima que la formación de los
nuevos docentes que necesita este país venezolano debe hacerse a través de
todas aquellas estrategias pedagógicas que implique toda forma de diálogo,
posibilitando también circunstancias
donde se priorice el ejercicio de valores como la solidaridad, reconocimiento
de los sentimientos e ideas del otro, la capacidad para reflexionar ante
presiones, así también que el estudiante en formación docente aprenda a manejar
los principios éticos de su función laboral y su rol como formadores de nuevas
generaciones.
Se hace la salvedad, que la formación permanente debe optar por
dar a los profesionales de la educación la oportunidad de cambiar y despojarse de sus
puntos de vista iniciales estableciendo en su acción; tiempo para la reflexión sobre el saber, sobre
el aprendizaje y el conocimiento y la forma de hacerlo encantador.
Por último se cree pertinente que en el
proceso de formación de los educadores
se debe deliberar en cuanto a los efectos de los medios de comunicación y las
facilidades que brindan así como también sus efectos negativos, tendría gran
significado si se lograra abrir espacios en el seno de la carrera pedagógica
para investigar y además discutir la gran similitud de relación entre educación
y medios de comunicación.
Recientes investigaciones señalan a la
comunicación como una herramienta que fortalece la competencia pedagógica
estimándose que esta puede servir de apoyo en la formación de los nuevos
facilitadores de aprendizaje mejor conocidos como maestros.