UNA
MIRADA A LOS VALORES FAMILIARES, A LA CULTURA SOCIAL DEL PASADO RECIENTE DE
NUESTRA AMADA VENEZUELA.
Por.
Oxio Ramos.
En Venezuela, como en cualquier país del
mundo han existido valores, costumbres tradiciones y creencias que dan origen a
la idiosincrasia de todos los nacidos en dicha región; se sabe que las naciones
crecen y evolucionan conforme a los cambios científicos, tecnológicos y
sociales que van apareciendo constantemente, pero hay que tomar en cuenta que
lo que realza la moral cívica de las sociedades; son todos aquellos elementos
que orientan el comportamiento humano entre estos elementos tenemos los valores.
En cuanto a este modelo de desenvolvimiento
social, toma mayor énfasis todo lo que se crea en el seno familiar, es muy
antiguo el concepto; que la familia es la base fundamental de la sociedad, su
constitución la forman: padres, hijos, hermanos, tíos, abuelos y todas aquellas
personas afines que son parte ineludible de ese núcleo, donde estará inmerso lo
consanguíneo y la afinidad. Desde ese aspecto se convierte la familia como un
ente moldeador de actitudes, fundamentadora de
maneras de ser, de lazos de amistad, del respeto mutuo; es decir la familia en su
totalidad está fundada en principios, valores, tradiciones y ciertas creencias.
Considerando los valores y normas
familiares, quiero referirme a varias situaciones que han ido cambiando a la institución
familiar, cuyo proceso ha modificado algunos de estos valores esenciales, que
hacen que ese sitial histórico humano del grupo familiar se pueda considerar
como decadente en este siglo que va avanzando apresuradamente. En este sentido reflexiono
lo siguiente.
Se ha calificado a la reunión familiar
como una ley interna, esa reunión lo constituía la Cena familiar, era un
momento de solemnidad en el hogar, el momento más agradable que se daba en la
casa, por sencilla y poca que fuera lo que se iba a ingerir durante esa noche
se encontraba unidad entre los miembros del hogar, daba gran alegría estar
juntos, todos los hijos y los padres así como otra persona de la familia, ese
espacio de tiempo transmitía respeto, se
le consideraba sagrado. ¡Cuánto
entusiasmo por estar juntos!, por compartir el pan en aquel atardecer
cobijado por las primeras estrellas que aparecían en el firmamento.
En la actualidad, ya las familias no comen
juntas, o en caso que lo hagan se observa mucho distanciamiento entre el grupo.
Cuando la familia de ahora se reúne: cada uno esta con su celular, con la
table, el MP3, con los audífonos, en fin muchos accesorios tecnológicos y un
extenso vacío de afecto, de comunicación, lejos de mirarse a los ojos y
regalarse una sonrisa, falta de cortesía para aludir la buena sazón del que
preparo la comida. Hay los que se levantan de la mesa antes que terminen de comer
todos, para dirigirse muy apresurados a la televisión o al computador; este
gran valor familiar de compartir en la cena se practica muy pero muy ambiguo.
Cabe señalar que anteriormente padres e
hijos se ocupaban en saber cómo les había ido en ese día, había siempre esa
pregunta ¿cuéntame, cómo te fue hoy?; tanto que se volvía un tema interesante:
el padre relataba como había hecho tantas cosas en la jornada de trabajo,
explicaba cualquier anécdota sucedido con los jefes, con los compañeros, con
otras personas. Igualmente los hijos respondían a los padres con entusiasmo
como había sido su día en la escuela, el liceo, la universidad, en el trabajo,
un ambiente de sana alegría comunicativa que se daba para ese tiempo.
No solamente se referían cosas de trabajo
o de estudio, también se consideraban las salidas de paseo, las compras en el
mercado, la visita algún amigo o amiga, la asistencia al médico; en fin tantos
temas interesantes que centraban esa bella atracción entre los familiares del
ayer.
Las parejas, los esposos también tomaban
cartas en ese asunto, se comunicaban con gran respeto y emoción lo que habían
hecho aquel día que llegaba al ocaso, pero para despedirlo había que compartir
aquella experiencia. Las parejas estaban más unidas, se entrelazaban, en un vínculo
de sana armonía y comunicación entre risas, carcajadas. Ese encuentro familiar
producía frutos que unificaban muchísimo a la relación de pareja, a la familia.
Al observar la realidad, en los días de
hoy; se consigue poco espacio de charla en los familiares, pareciera que cada uno
es un desconocido. Lamentablemente esos momentos familiares ya no existen, son
muy reducidos, se habla menos, nadie se entera de lo que le sucedió al otro,
ninguno expresa afecto o preocupación por el resto de los familiares, nos
conocemos muy poco.
Nuestras generaciones crecían acompañadas de
la tutoría de los padres, las madres tenían la abnegada misión de criar a los
niños, a sus pequeños bebés, si miramos detenidamente, hoy los niños son
criados por las señoras o muchachas de trabajo doméstico, la mayor parte del
crecimiento y desenvolvimiento social de los niños queda a cargo de la
televisión, de los video juegos, de internet, de las redes sociales como el
Facebook, los menores se orientan entre sí. En estos tiempos las madres
modernas, no tienen o se les ve poca dedicación para criar y orientar a los
muchachos, tanto a niños, adolescentes o jóvenes ¿Qué pasó con la
responsabilidad y el amor de papá y de mamá?
Muchos recordaran que de niños nos criaban
y enseñaban para no meternos en las conversaciones de los adultos y para
brindar respeto a los más grandes, lo que se visualiza hoy que muchos niños se
dirigen a los adultos faltándoles el respeto, hablan con ellos como si
estuvieran conversando con cualquiera de su edad, parece que no hay una
orientación adecuada que les indique el respeto que deben a los más grandes,
adultos jóvenes y adultos mayores, ya los abuelos no se salvan de los
irrespetos de los niños, adolescentes y jóvenes de hoy.
Anteriormente, el o los hermanos menores
debían respeto al hermano mayor o al más grande, para decirlo en palabras
simples. La figura de ese hermano merecía aprecio y consideración; debía respetársele
se le veía como a un padre.
Cabe
destacar que cuando los padres no estaban en la casa ese hermanito mayor asumía
la responsabilidad del hogar y respondía al cuido de sus hermanos más chicos,
ya en estas décadas no se practica esto ¿Qué ocurrió?, frecuentemente se escucha
en los noticiarios de radio, televisión y se lee en los periódicos que: Hermanos
matan a sus hermanos, Hijos asesinando a sus padres, Padres matan a sus hijos,
Incestos y violaciones de tipo sexual que comenten algunos padres hacia sus
hijas.
¿A dónde fue a parar el valor de respeto,
la obediencia, el amor? ¿Qué pasó con el temor a Dios? Por lo visto hemos
avanzado a un territorio grandemente triste y tenebroso, donde la familia se desintegró ya
no es un núcleo inquebrantable, ella está siendo fuertemente atacada en sus
fundamentos: morales, espirituales, psicológicos y sociales.
Urge abrir en la actualidad el conocimiento de
la familia, reeducarla en los valores, renovar sus virtudes, examinar sus
relaciones, vivificar los estados armoniosos para poder contar con una sociedad
equilibrada en lo social y emocional que corresponde a los procesos
psicológicos.
Otra virtud que se disfrutaba en la
familia, era el pedir la bendición a los progenitores antes de irse a la cama a
dormir y al levantarse todas las mañanas. Hay muchos que recuerdan que en sus
hogares, era meritorio pedir la
bendición a las personas mayores que se encontraban en la casa; que no eran
familia, pero tenían acreditada la amistad, el respeto y la honorabilidad de
nuestros padres, esos vecinos y conocidos vestidos elegantemente de humildad, de
cariño de esos valores extraordinarios que puede tener un ser humano;
generalmente los muchachos iban a dormir a tempranas horas de la noche,
mientras los adultos quedaban conversando sus cosas. Algunos autores destacan
que el pedir la bendición era un acto sagrado “los hijos creían en la bendición de los padres”.
También llama poderosamente la atención destacar
lo siguiente en cuanto al noviazgo en aquel tiempo. Cuando el joven estaba
interesado en una jovencita, iba a la casa a conversar con los padres para
pedir el permiso, dando así inicio a la relación de noviazgo, comenzaba a fluir
un proceso de parentela entre las familias de los jóvenes, todo esto quedó
guardado en la historia pasada. Hoy cuando los padres descubren la relación de
noviazgo de sus hijas ya están embarazadas, en la mayoría de los casos sucede
que ya son abuelos y no se enteraron a tiempo. Los noviazgos de la actualidad
terminan muy precozmente y la mayor parte de las muchachas quedan embarazadas,
volviéndose madres solteras con muy corta edad.
La responsabilidad del hombre, en este
caso del jovencito no se avizora por ningún lado. La sociedad reinante alude
este tipo de comportamiento masculino como un gran ejemplo de virilidad, cuanto
mayor número de novias tiene un chico y si las embaraza, se le cuenta como un
acto gran hombría.
Sintetizando todo este bosquejo de
conflicto de la familia venezolana del momento, cabe destacar que la práctica de
valores y de las normas sociales adecuadas del pasado es vistas por nuestros
jóvenes como anticuados y en un momento del transcurrir de la historia también
fueron vistas como anticuadas por lo
jóvenes del ayer. Las generaciones actuales y las que han de venir la seguirán
viendo como una antigüedad, como algo
perteneciente a la prehistoria, algo que no les da nota.
Empero estos valores anticuados ayudaron a
formar a muchas personas por el buen camino, es decir se consolidaron como
personas de bien que han contribuido al desarrollo de la sociedad, de una
cultura sana, de un modo de vida ejemplar; no podemos olvidarnos que la familia
de estos años que se avecinan, necesita de más atención y cuidado.
El poco valor que se le ha dado al grupo
familiar ha conducido a que este se encuentre desintegrado, viajando a la
destrucción en la escala de la vida.
En el final del siglo veinte y en el curso
de este siglo veintiuno, se han
desarrollado grandes avances tecnológicos para permitir la comunicación, pero
se tiene conocimiento que un bajo porcentaje de personas las utilizan para
comunicarse con su familia (padres, hermanos, tíos, primos, abuelos). Se ve
gran record de interacción comunicacional con extraños, sobre todo los niños,
adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes se relacionan vía virtual con otras
personas que conocen o con desconocidos, con los cuales establecen amistad, se cuentan
sus problemas, se envían fotografías y la mayor parte de su tiempo la dedican a
este tipo de socialización. Situación que abona el terreno para seguir
favoreciendo la desintegración de la familia.
Ante lo plasmado en esta reflexión conduce
a considerar que hace falta el reencuentro de la familia con los valores, una
sociedad avanza en la búsqueda de su bienestar en la misma forma que practica y
tiene aprecio por sus valores de amistad, respeto, amor, comprensión,
creencias, espiritualidad, independencia, democracia, dignidad entre otros.
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