martes, 29 de diciembre de 2015

LA FAMILIA Y LOS VALORES QUE SE HAN OLVIDADO

UNA MIRADA A LOS VALORES FAMILIARES, A LA CULTURA SOCIAL DEL PASADO RECIENTE DE NUESTRA AMADA VENEZUELA.

Por. Oxio Ramos.

     En Venezuela, como en cualquier país del mundo han existido valores, costumbres tradiciones y creencias que dan origen a la idiosincrasia de todos los nacidos en dicha región; se sabe que las naciones crecen y evolucionan conforme a los cambios científicos, tecnológicos y sociales que van apareciendo constantemente, pero hay que tomar en cuenta que lo que realza la moral cívica de las sociedades; son todos aquellos elementos que orientan el comportamiento humano entre estos elementos tenemos los valores.
     En cuanto a este modelo de desenvolvimiento social, toma mayor énfasis todo lo que se crea en el seno familiar, es muy antiguo el concepto; que la familia es la base fundamental de la sociedad, su constitución la forman: padres, hijos, hermanos, tíos, abuelos y todas aquellas personas afines que son parte ineludible de ese núcleo, donde estará inmerso lo consanguíneo y la afinidad. Desde ese aspecto se convierte la familia como un ente moldeador de actitudes, fundamentadora de  maneras de ser, de lazos de amistad, del  respeto mutuo; es decir la familia en su totalidad está fundada en principios, valores, tradiciones y ciertas creencias.
     Considerando los valores y normas familiares, quiero referirme a varias situaciones que han ido cambiando a la institución familiar, cuyo proceso ha modificado algunos de estos valores esenciales, que hacen que ese sitial histórico humano del grupo familiar se pueda considerar como decadente en este siglo que va avanzando apresuradamente. En este sentido reflexiono lo siguiente.
     Se ha calificado a la reunión familiar como una ley interna, esa reunión lo constituía la Cena familiar, era un momento de solemnidad en el hogar, el momento más agradable que se daba en la casa, por sencilla y poca que fuera lo que se iba a ingerir durante esa noche se encontraba unidad entre los miembros del hogar, daba gran alegría estar juntos, todos los hijos y los padres así como otra persona de la familia, ese espacio de tiempo transmitía  respeto, se le consideraba sagrado. ¡Cuánto entusiasmo por estar juntos!, por compartir el pan en aquel atardecer cobijado por las primeras estrellas que aparecían en el firmamento.
     En la actualidad, ya las familias no comen juntas, o en caso que lo hagan se observa mucho distanciamiento entre el grupo. Cuando la familia de ahora se reúne: cada uno esta con su celular, con la table, el MP3, con los audífonos, en fin muchos accesorios tecnológicos y un extenso vacío de afecto, de comunicación, lejos de mirarse a los ojos y regalarse una sonrisa, falta de cortesía para aludir la buena sazón del que preparo la comida. Hay los que se levantan de la mesa antes que terminen de comer todos, para dirigirse muy apresurados a la televisión o al computador; este gran valor familiar de compartir en la cena se practica muy pero muy ambiguo.
     Cabe señalar que anteriormente padres e hijos se ocupaban en saber cómo les había ido en ese día, había siempre esa pregunta ¿cuéntame, cómo te fue hoy?; tanto que se volvía un tema interesante: el padre relataba como había hecho tantas cosas en la jornada de trabajo, explicaba cualquier anécdota sucedido con los jefes, con los compañeros, con otras personas. Igualmente los hijos respondían a los padres con entusiasmo como había sido su día en la escuela, el liceo, la universidad, en el trabajo, un ambiente de sana alegría comunicativa que se daba para ese tiempo.
     No solamente se referían cosas de trabajo o de estudio, también se consideraban las salidas de paseo, las compras en el mercado, la visita algún amigo o amiga, la asistencia al médico; en fin tantos temas interesantes que centraban esa bella atracción entre los familiares del ayer.
     Las parejas, los esposos también tomaban cartas en ese asunto, se comunicaban con gran respeto y emoción lo que habían hecho aquel día que llegaba al ocaso, pero para despedirlo había que compartir aquella experiencia. Las parejas estaban más unidas, se entrelazaban, en un vínculo de sana armonía y comunicación entre risas, carcajadas. Ese encuentro familiar producía frutos que unificaban muchísimo a la relación de pareja, a la familia.
     Al observar la realidad, en los días de hoy; se consigue poco espacio de charla en los familiares, pareciera que cada uno es un desconocido. Lamentablemente esos momentos familiares ya no existen, son muy reducidos, se habla menos, nadie se entera de lo que le sucedió al otro, ninguno expresa afecto o preocupación por el resto de los familiares, nos conocemos muy poco.
     Nuestras generaciones crecían acompañadas de la tutoría de los padres, las madres tenían la abnegada misión de criar a los niños, a sus pequeños bebés, si miramos detenidamente, hoy los niños son criados por las señoras o muchachas de trabajo doméstico, la mayor parte del crecimiento y desenvolvimiento social de los niños queda a cargo de la televisión, de los video juegos, de internet, de las redes sociales como el Facebook, los menores se orientan entre sí. En estos tiempos las madres modernas, no tienen o se les ve poca dedicación para criar y orientar a los muchachos, tanto a niños, adolescentes o jóvenes ¿Qué pasó con la responsabilidad y el amor de papá y de mamá?
     Muchos recordaran que de niños nos criaban y enseñaban para no meternos en las conversaciones de los adultos y para brindar respeto a los más grandes, lo que se visualiza hoy que muchos niños se dirigen a los adultos faltándoles el respeto, hablan con ellos como si estuvieran conversando con cualquiera de su edad, parece que no hay una orientación adecuada que les indique el respeto que deben a los más grandes, adultos jóvenes y adultos mayores, ya los abuelos no se salvan de los irrespetos de los niños, adolescentes y jóvenes de hoy.
     Anteriormente, el o los hermanos menores debían respeto al hermano mayor o al más grande, para decirlo en palabras simples. La figura de ese hermano merecía aprecio y consideración; debía respetársele se le veía como a un padre.
     Cabe destacar que cuando los padres no estaban en la casa ese hermanito mayor asumía la responsabilidad del hogar y respondía al cuido de sus hermanos más chicos, ya en estas décadas no se practica esto ¿Qué ocurrió?, frecuentemente se escucha en los noticiarios de radio, televisión y se lee en los periódicos que: Hermanos matan a sus hermanos, Hijos asesinando a sus padres, Padres matan a sus hijos, Incestos y violaciones de tipo sexual que comenten algunos padres hacia sus hijas.
     ¿A dónde fue a parar el valor de respeto, la obediencia, el amor? ¿Qué pasó con el temor a Dios? Por lo visto hemos avanzado a un territorio grandemente triste y  tenebroso, donde la familia se desintegró ya no es un núcleo inquebrantable, ella está siendo fuertemente atacada en sus fundamentos: morales, espirituales, psicológicos y sociales.
      Urge abrir en la actualidad el conocimiento de la familia, reeducarla en los valores, renovar sus virtudes, examinar sus relaciones, vivificar los estados armoniosos para poder contar con una sociedad equilibrada en lo social y emocional que corresponde a los procesos psicológicos.
     Otra virtud que se disfrutaba en la familia, era el pedir la bendición a los progenitores antes de irse a la cama a dormir y al levantarse todas las mañanas. Hay muchos que recuerdan que en sus hogares,  era meritorio pedir la bendición a las personas mayores que se encontraban en la casa; que no eran familia, pero tenían acreditada la amistad, el respeto y la honorabilidad de nuestros padres, esos vecinos y conocidos vestidos elegantemente de humildad, de cariño de esos valores extraordinarios que puede tener un ser humano; generalmente los muchachos iban a dormir a tempranas horas de la noche, mientras los adultos quedaban conversando sus cosas. Algunos autores destacan que el pedir la bendición era un acto sagrado “los hijos creían en la bendición de los padres”.
     También llama poderosamente la atención destacar lo siguiente en cuanto al noviazgo en aquel tiempo. Cuando el joven estaba interesado en una jovencita, iba a la casa a conversar con los padres para pedir el permiso, dando así inicio a la relación de noviazgo, comenzaba a fluir un proceso de parentela entre las familias de los jóvenes, todo esto quedó guardado en la historia pasada. Hoy cuando los padres descubren la relación de noviazgo de sus hijas ya están embarazadas, en la mayoría de los casos sucede que ya son abuelos y no se enteraron a tiempo. Los noviazgos de la actualidad terminan muy precozmente y la mayor parte de las muchachas quedan embarazadas, volviéndose madres solteras con muy corta edad.
     La responsabilidad del hombre, en este caso del jovencito no se avizora por ningún lado. La sociedad reinante alude este tipo de comportamiento masculino como un gran ejemplo de virilidad, cuanto mayor número de novias tiene un chico y si las embaraza, se le cuenta como un acto gran hombría.
     Sintetizando todo este bosquejo de conflicto de la familia venezolana del momento, cabe destacar que la práctica de valores y de las normas sociales adecuadas del pasado es vistas por nuestros jóvenes como anticuados y en un momento del transcurrir de la historia también fueron vistas como anticuadas  por lo jóvenes del ayer. Las generaciones actuales y las que han de venir la seguirán viendo como una antigüedad,  como algo perteneciente a la prehistoria, algo que no les da nota.
     Empero estos valores anticuados ayudaron a formar a muchas personas por el buen camino, es decir se consolidaron como personas de bien que han contribuido al desarrollo de la sociedad, de una cultura sana, de un modo de vida ejemplar; no podemos olvidarnos que la familia de estos años que se avecinan, necesita de más atención y cuidado.
     El poco valor que se le ha dado al grupo familiar ha conducido a que este se encuentre desintegrado, viajando a la destrucción en la escala de la vida.
     En el final del siglo veinte y en el curso de  este siglo veintiuno, se han desarrollado grandes avances tecnológicos para permitir la comunicación, pero se tiene conocimiento que un bajo porcentaje de personas las utilizan para comunicarse con su familia (padres, hermanos, tíos, primos, abuelos). Se ve gran record de interacción comunicacional con extraños, sobre todo los niños, adolescentes, jóvenes y adultos jóvenes se relacionan vía virtual con otras personas que conocen o con desconocidos, con los cuales establecen amistad, se cuentan sus problemas, se envían fotografías y la mayor parte de su tiempo la dedican a este tipo de socialización. Situación que abona el terreno para seguir favoreciendo la desintegración de la familia.
     Ante lo plasmado en esta reflexión conduce a considerar que hace falta el reencuentro de la familia con los valores, una sociedad avanza en la búsqueda de su bienestar en la misma forma que practica y tiene aprecio por sus valores de amistad, respeto, amor, comprensión, creencias, espiritualidad, independencia, democracia, dignidad entre otros.